Veo tus rasgos, tranquilos y pálidos,
en el luminoso reflejo de la vela;
la negra sombra de tus párpados,
y por debajo ojos que rechazan el mundo.
Y, mientras observo, ansío conocer
los caminos por donde van tus sueños,
las tenebrosas regiones que recorre tu imaginación,
con los ojos velados para el mundo y para mí.
Del mismo modo, yo contemplo en sueños
cosas que mi memoria no podría guardar,
y desde la penumbra intento vislumbrar
las mismas escenas que aparecen ante tus ojos.
Yo también he conocido las cumbres de Thok;
los valles de Pnath, donde los sueños se reúnen;
las criptas de Zin; y así, pienso por qué tus párpados
de a poco se abren hacia a la llama de la vela.
¿Pero, qué es lo que sutilmente se desliza
sobre tu rostro, sobre las barbas en tus mejillas?
¿Qué miedo distrae tu mente y tu corazón,
y te hace llorar con repentino temor?
Cansadas visiones se despiertan ante tus ojos,
brillan las oscuras nubes de otros cielos,
y por alguna demoníaca perspectiva,
me veo flotar hacia la noche embrujada.
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