
Metzengerstein - Edgar Allan Poe
Vivo era tu peste, muerto seré tu muerte. (Martín Lutero)
Vivo era tu peste, muerto seré tu muerte. (Martín Lutero)
Los dioses toleran a los reyes Aquello que aborrecen en la canalla. (Buckhurst, La tragedia de Ferrex y Porrex)
El mismo, sólo por sí mismo, eternamente Uno y único. Platón, El banquete
Por: Edgar Allan Poe Durante el otoño del año 1827, mientras residía cerca de Charlottesville (Virginia), trabé relación por casualidad con Mr. Augustus Bedloe. Este joven caballero era notable en todo sentido y despertó en mí un interés y una curiosidad profundos. Me resultaba imposible comprenderlo tanto en lo físico como en lo moral. De su familia no pude obtener informes satisfactorios. Nunca averigüé de dónde venía. Aun en su edad -si bien lo califico de joven caballero- había algo que me …
"Esta gran desgracia de no poder estar solo." (La Bruyère)
Hay ciertos temas de interés absorbente, pero demasiado horribles para ser objeto de una obra de mera ficción. Los simples novelistas deben evitarlos si no quieren ofender o desagradar. Sólo se tratan con propiedad cuando lo grave y majestuoso de la verdad los santifican y sostienen. Nos estremecemos, por ejemplo, con el más intenso “dolor agradable” ante los relatos del paso del Beresina, del terremoto de Lisboa, de la peste de Londres y de la matanza de San Bartolomé o de la muerte por asfixi…
Dicebant mihi sodales, si sepulchrum amicae visitarem, curas meas aliquantulum fore levatas. -Ebn Zaiat
Durante el espantoso reinado del cólera en Nueva York, acepté la invitación de un pariente para pasar quince días con él en el retiro de su casa de campo a orillas del Hudson. Teníamos a nuestro alrededor todos los medios ordinarios de diversión veraniega; y entre los paseos por el bosque, los dibujos, la navegación, la pesca, los baños, la música y los libros, habríamos pasado el tiempo de forma bastante agradable, de no ser por la temible información que nos llegaba cada mañana desde la popul…
Jamás he conocido a nadie tan dispuesto a celebrar una broma como el rey. Parecía vivir tan sólo para las bromas. La manera más segura de ganar sus favores consistía en narrarle un cuento donde abundaran las chuscadas, y narrárselo bien. Ocurría así que sus siete ministros descollaban por su excelencia como bromistas. Todos ellos se parecían al rey por ser corpulentos, robustos y sudorosos, así como bromistas inimitables. Nunca he podido determinar si la gente engorda cuando se dedica a hacer b…
Al acercarme a la ciudad sin nombre me di cuenta de que estaba maldita. Avanzaba por un valle terrible reseco bajo la luna, y la vi a lo lejos emergiendo misteriosamente de las arenas, como aflora parcialmente un cadáver de una sepultura deshecha. El miedo hablaba desde las erosionadas piedras de esta vetusta superviviente del diluvio, de esta bisabuela de la más antigua pirámide; y un aura imperceptible me repelía y me conminaba a retroceder ante antiguos y siniestros secretos que ningún hombr…
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