Lo Eterno nutrió a las sombras sobre este terreno,
Soñando con los siglos que han pasado,
Grandes olmos se alzan solemnes en la hierba,
Arqueados sobre el oculto mundo de antaño.
En torno a la escena la luz de la memoria juega,
Y las hojas muertas susurran los días perdidos,
Anhelando las figuras y los sonidos que ya no serán.
Solitario y triste, un espectro se desliza
Por los corredores, donde una vez sus pies caminaron;
Nada común se adivina en él, aunque su canción
Se sumerge en el tiempo con un extraño encanto.
Sólo los pocos que conocen el secreto de la hechicería,
Observan entre estas tumbas la sombra de Poe.
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